Desde pequeña cuando empecé a ir al colegio, leí y estudié que éramos un hermoso y libre país hasta que llegaron los españoles a saquear, a humillar nuestros indígenas, a robarse el oro, matar nuestra gente y abusar nuestras mujeres.
Claro, ante esa información y sin entender bien las cosas, empecé a rechazar a España.
Viviendo en Venezuela, nacida en un pequeño pueblo petrolero, hija de una madre maestra y un padre obrero, pensar en visitar Europa era un sueño inalcanzable. Sin embargo, durante muchos años dije:
“Si algún día voy a Europa, el único país que no visitaría sería España. Después de todo lo que nos hicieron, lo último que quiero es visitarles”.
Carajo, hay un dicho que dice que ‘el que escupe para arriba le cae la saliva encima’ A mí me cayo completica.
Eran mediados de los ’90 cuando antes de abrir mi primer entrenamiento en Renacimiento y Liderazgo, una de mis profesoras me dice que habría un evento que ella me recomendaba, una convención de renacedores en Almería, España y que sería bueno que yo asistiera para continuar con mi aprendizaje formativo, antes de abrir el entrenamiento pautado.
Al mismo tiempo, mi evolución como mujer ya me decía que había algo mas que ser la perfecta ama de casa, la buena madre, la buena esposa y demás. Ya mi fuerza femenina interna venía diciéndome que dejara de soñar y me aventurara a ser yo.
Yo estaba saliendo del encasillamiento que me decía que querer hacer realidad mis sueños no significaba que era una mala mujer.
Fué así que llame a mi esposo en ese entonces que estaba en US y le dije que en pocos días me iría a España. El por supuesto quedo asombrado. Una cosa era que me aventurara dentro de mi propio país a ‘aprender esas vainas locas en las que me había metido’ y otra cosa era ir a otro país y, además a otro continente.
Lo hice, llegué a Madrid, luego a Almería, fueron varios días de intenso trabajo interno con diferentes profesionales. Un détox, aprendizaje, desaprender, volver a aprender, ser más yo. ¡De todo! Siempre agradeceré esa oportunidad que me dí.
Todo lo que aprendí fue maravilloso, pero lo que aprendí de España, tiene un lugar que atesoro en mi corazón. Ver en Sevilla la Torre de Oro, donde almacenaban el oro que llegaba del otro continente, la gran Alambra en Granada, Gaudí, La Rambla en Barcelona, el museo del Prado en Madrid, solo por nombrar algunos. Sin hablar de la riqueza cultural, la majestuosidad de la arquitectura, la gran Puerta del Sol, los montaditos acompañados con un tinto, ese olor a olivo.
Ni les cuento cuando comí paella de mariscos después de ser vegetariana por varios años. Desde entonces, sigo sin comer otro tipo de proteína animal que no sea pescado.
Quede fascinada con España, la ame. Me encantaba como pronunciaban mi nombre, quede maravillada de saber que mi apellido era muy español, algo muy común en muchos de los latinos, pero yo hasta ese momento no había pensado en ello porque para ese entonces yo no quería saber nada relacionado con España.
Luego de algunos años de ese viaje, continuando con mi formación profesional, tome el entrenamiento en “Constelaciones Familiares”.
Aprendí sobre la importancia de las raíces, de los ancestros, de honrar el origen y la fuerza que nos da.
Mi idilio con España creció, empecé a darme cuenta de toda la influencia española en mi cultura venezolana.
A continuación, enumero algunas:
• Nuestro idioma el castellano. Antes de la llegada de los españoles, solo se hablaban las lenguas de diferentes etnias indígenas.
• La arquitectura que transformó las chozas de nuestras tribus.
• La comida con nuevos alimentos como el arroz, azafrán, aceitunas, manzanas, etc.
• Vestimenta, totalmente diferente hasta la conocida para ese entonces.
• Nuestra religión oficial hasta el día de hoy.
• El nombre Venezuela, que quiere decir, pequeña Venecia,que a Alonso de Ojeda, español, y a Américo Vespucio, italiano naturalizado y residente de España, los palafitos,las casas sobre las aguas del rio limón, les habrán recordado a Venecia, sobre todo a este último.
Un nombre con inspiración italiana, con tinta de española. Existe una segunda versión que dice Venezuela quiere decir Agua Grande, por el lago de Maracaibo, pero la más aceptada es la primera.
La llegada de Cristóbal Colón a nuestras tierras hizo que nuestro país fuera otro.
Si bien es cierto que se le dice ‘padre de la patria’ al personaje que libera una nación y entendiendo perfectamente a que se refiere, me he preguntado muchas veces porque decirle padre de la patria (además de lo obvio) si tomamos en cuenta que las bases de nuestra cultura no vienen del libertador. Por Dios, no me mal interpreten, claro que agradezco profundamente a nuestro gran libertador Simón Bolívar por habernos liberado del yugo extranjero, eso es otra cosa. Eso no se discute ni está en juego.
Solo me he preguntado si el padre no será aquel que forma como cultura y no de manera política.
De los españoles tomamos casi todo lo que somos hoy, todo lo que tienen que ver con el idioma, la cultura, lo habitacional, la cocina, y demás.
A España se le ha llamado la ‘madre patria’, al decirle así, ¿dónde queda el padre? ¿Quién es? ¿Es acaso Cristóbal Colon?
¿Es que tenemos dos padres entonces?
El que nos dio lo que tenemos como cultura y otro que nos adoptó, dándonos estructura.
Hoy 12 de octubre es el día de la hispanidad. Hoy conmemoramos el encuentro entre el mundo europeo y la pluralidad de las culturas aborígenes del actual continente americano, que se produjo en el año 1492, fecha en que Cristóbal Colón arribó a las costas de América.
Hoy es bueno para mi honrar mi 42% español y agradecer a Cristóbal Colón lo bueno que trajo a Venezuela y otros países latinos.
Lo demás, lo que una vez no me gusto, lo que se ha considerado malo, también lo agradezco. Forma parte de mi historia, de la historia de mi país y de mi origen. Ese hibrido de tantas culturas y que hoy más que nunca puedo verlo en este país anglosajón en el que habito.
¡Feliz unión de almas!
Artículo publicado por: Zureya Queipo
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