Recientemente tuve el agrado placer, y sobre todo el gran honor de oficiar una boda.
Es algo que me encanta hacer. No es mi profesión, pero lo hago con respeto por varios motivos.
Unos de ellos es que entre tantas personas que podrían contratar para casarles, me escogen a mí. Otro de ellos es que el matrimonio es un acto sagrado. Dos personas que se aman, que han decidido unir sus caminos, sus sueños, sus proyectos, sus sendas, para transitarlos unos al lado del otro, que ojalá sea para el resto de sus vidas o por el tiempo que les corresponda estar unidos.
Todas las ceremonias son extraordinarias, todas las bodas que he llevado a cabo, han sido hermosas, sentidas y con gran amor, sin embargo, esta última fue particularmente diferente, aun si en esencia estaba apoyada en lo que une dos personas: el amor.
En primer lugar, los contrayentes fueron dos hombres. En segundo lugar, estos dos caballeros ya tenían 23 anos viviendo juntos. Además, dos hombres sencillos, amables, informales, sin alardes de nada, con sus pies pisando tierra y con corazones volando alto.
Los dos vistieron de blanco, pero sencillos. Solo sus amigos mas allegados estuvieron presentes. Amigos considerados familia.
Debo decirles que yo soy una mujer muy perceptiva. Es algo que fluye de manera natural en mí. No busco, no miro con una lupa, pero muchas veces leo las personas y su energía como si tuviera rayos x. Les repito, es algo que me llega espontáneamente.
Lo que percibí de este hogar (así debo llamarle), en esta pareja, fue amor puro, entrega, y sobre todo compromiso. Compromiso es una palabra grande a la que no todo el mundo está consciente de lo que verdaderamente significa.
Yo nunca he tenido juicio alguno con dos personas que se aman y su género. Se aman y punto. No es importante si son dos hombres, dos mujeres o una pareja heterosexual. He tenido grandes amigos y amigas del mismo sexo disfrutando a plenitud sus relaciones de pareja y/o matrimonio, pero nosotros los heterosexuales, no podemos imaginar el duro camino que una pareja homosexual ha tenido que andar.
Los juicios, rechazos, indirectas, desprecio y rechazo obligan a muchos de ellos a ocultar sus relaciones para poder mantenerse activos en sus trabajos, respetados en grupos de amigos y aceptados en la familia.
Esta hermosa pareja esta unida desde hace 23 años. Justamente el día que los case, cumplieron esos 23 años juntos. Los votos que se dijeron dejaron perplejos los pocos testigos de esta maravillosa unión. Uno de ellos, a quien llamare José, coloco de fondo una
canción que al otro le encanta y les une aún más. El otro, a quien llamare Luis, leyó una carta de amor que había recibido de parte de José 20 años antes en un día de los enamorados con unas hermosas palabras, pero no tienen idea de la historia de sus anillos.
Uno de ellos, José, viajo hace 20 años de su país de origen a otro con intenciones ocultas de emigrar. En el aeropuerto, Luis, quien había comprado unos anillos, sin pensar que algún pudieran dárselos en una ceremonia de boda, le dio a José el anillo como símbolo de su amor y compromiso. José finalmente no emigro esa vez, un tiempo después, ellos emigraron juntos.
Cuando buscaban anillos para la ceremonia, ningún anillo les gustaba. Esta vez, era José el encargado de buscar los anillos porque los que tenían, que los había comprado Luis, no les quedaban. Busco, pero no encontró, hasta que decidió preguntar si los que tenían podían agrandarse. Cuando la persona a quien le pregunto le respondió que ‘si’ y además le recomendó un lugar donde podrían hacer eso, la alegría para ambos fue grande
Que maravilloso fué para este par de seres extraordinarios que los mismos anillos que había comprado uno de ellos 20 años antes pudieran ser los mismos anillos que se entregarían el día de su boda. Una boda que en ese momento nunca pensaron que pudiera llevarse a cabo. Un sueño imposible de lograr en aquel entonces.
Como imaginar hace 20 años en un país latino, donde todavía no existe el matrimonio entre personas del mismo sexo, que 20 años después, esos anillos comprados con amor, sin pensar que algún día podrían ver consumado su sueño de poder casarse legalmente, se entregarían los mismos anillos que se entregarían el uno al otro tanto tiempo después.
La vulnerabilidad de dos corazones desnudos, solo cubiertos con amor, las lágrimas de gozo, las sonrisas, los nervios, la hermandad de los presentes, el respeto por cada uno, la emoción de un sueño imposible logrado, la sencillez y la espontaneidad hicieron de dicha boda una ocasión imborrable para los que tuvimos el honor de ser participes.
La vida definitivamente no es lo que uno cree, es lo que uno hace de ella y, sobre todo, si es el amor quien te guía el barco de tu vida, te aseguro que llegaras a un puerto seguro. No te quedaras a la deriva.
El amor es un sentimiento sublime. Si lográramos definirlo, quizás perdería parte de su esencia. No escogemos a quien amamos. El amor toca la puerta de nuestro corazón y cuando la abrimos, se instala en él. No pregunta sexo, origen, gustos, raza, color, estatus social o financiero y tampoco religión. Llega, penetra en lo mas profundo de nuestro ser y se instala esperando que lo vivamos a plenitud.
Yo te invito a que la próxima vez que veas una pareja homosexual, no veas la homosexualidad, mira solamente dos personas del mismo sexo que se aman. Así como tu amas a tu pareja y tu pareja te ama a ti.
El amor no tiene límites. Mis más grandes y hermosos deseos para esta maravillosa pareja. Que el amor que brota de sus corazones continúe llenando su hogar. Lo que el amor ha unido, permanece unido.
Zureya Queipo-López
Minister.
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